martes, 2 de octubre de 2018

“AHORA YA NO ES COMO ANTES” (Descripciones de una cultura de muerte, hambre y guerra).


Probablemente no exista una frase tan categórica (en apariencia) pero al mismo tiempo tan polisémica (en esencia) como la siguiente: “ahora ya no es como antes”. Es que, ahora no es antes; el presente no es pasado. Consecuentemente, los acontecimientos de ahora no son ni serán –al menos completamente– como los del pasado, como los de antes. Por eso es bastante coherente la frase de autoría desconocida: "Si usted me conoce basado en lo que yo era en el pasado, usted ya no me conoce más; así que déjame presentarme nuevamente".

Cuando nos referimos a costumbre (s) o cultura (s), convengamos que estamos hablando de actividades realizadas por los seres humanos en un determinado espacio-tiempo. Aunque, cabe afirmar, también existen actividades o hechos naturales que no son protagonizados por los seres humanos, como los volcanes, tormentas, terremotos, etcétera. Por eso, estos hechos no pueden considerarse hechos culturales sino fenómenos naturales.

Toda vez que se pronuncia esta frase “ahora ya no es como antes”, el sentido ‑tanto negativo como positivo- quizás dependa del tono o de la expresión facial de quien emita el mensaje. La polisemia está presente de manera muy cargada en la misma, por lo que el receptor debe (imperativo) –necesariamente- decodificar el sentido.

Por lo general, en la cultura actual, se encuentra vigente la idea de la coexistencia dialéctica tanto de una evolución científico-tecnológica como de una involución ética, cuya síntesis es (por ejemplo) la conversión de la sociedad en mercado y de la reducción de los seres humanos en meras mercancías o simples destinatarios finales del proyecto consumista que ha sido diseñado por el paradigma socio-cultural-económico vigente actualmente en la mayoría de los países, desde el siglo XX. Nos referimos al capitalismo.

Es decir, en el paradigma socio-cultural-económico capitalista, el ser humano es despojado de su humanidad, de su esencia misma; se convierte en algo distinto a su ser, deja de ser lo que es; se deshumaniza. El ser humano ahora ya no es como antes. La sociedad ahora ya no es como antes. Muchas (no todas) prácticas actuales son distintas y contrarias a las de antes.

Al ser despojado de su humanidad, el ser humano pierde su esencia (lo que es). Esa desontologización posibilita el debilitamiento o pérdida de hábitos virtuosos que se han practicado de generación en generación hasta consolidarse como parte de la cultura, parte del ser de un pueblo o parte de su modo de ser; pues, cultura es modus essendi et vivendi populi (modo de ser y de vivir del pueblo). Cuando los seres humanos pierden (parcial o totalmente) su humanidad, pierden su identidad; es entonces lógico que cuando eso ocurre, el pueblo pierda también (total o parcialmente) su identidad; es decir, su cultura. Por eso mismo, no es casual que se reitere de manera insistente la preocupación por la pérdida de prácticas culturales que forman (o formaban) parte de la identidad de un pueblo, de los pueblos.

En efecto, claramente se puede notar el deterioro de hábitos sociales propios que han formado parte de nuestra identidad como pueblo; la cultura del pueblo se deteriora. Pero al mismo tiempo que se deterioran y se pierden, los mismos son reemplazados por otros hábitos que refuerzan el daño de la relación del ser humano consigo mismo, con otro ser humano (con y en la sociedad) y con la naturaleza.

Las virtudes de una sociedad solidaria han sido sustituidas por los vicios que son inherentes al paradigma socio-cultural-económico denominado “capitalismo”; es así que la solidaridad es desplazada por el egoísmo (individualismo); competir (presentado con el eufemismo de "libre y sana competencia") se pretende imponer sobre el compartir, así como la indolencia se sobrepone por encima de la sensibilidad social; la intolerancia y la aporofobia son cada vez más comunes y aniquilan la solidaridad, el altruismo y la filantropía.

La deshumanización va ligada siempre a la bestialización; por eso mismo, no es extraño que los bestializados o animalizados desprecien -sin justificación racional- los Derechos Humanos y todo lo que tenga que ver con la promoción y defensa de los mismos.

No en vano se afirma que esta cultura trae consigo muerte, hambre y guerra. Y, aunque no exista un paradigma socio-cultural-económico que sea perfecto (sino uno mejor o peor), es un imperativo interpelar, cuestionar y superar la cultura vigente actualmente en casi todos los pueblos para –de esa manera- conseguir (o recuperar), mantener y consolidar un paradigma socio-cultural-económico distinto, nuevo y mejor que el actual; necesitamos una nueva sociedad donde se garantice la vida, el pan y la paz para todos y todas.


Al Vino
           


jueves, 16 de agosto de 2018

NO ROMANTIZAR EL DÍA DEL NIÑO PARAGUAYO



No perdamos de vista que el "Día del Niño" es, primordialmente, para conmemorar a los/as alrededor de 4.000 niños/as y adolescentes que –tras alzarse en armas durante la última etapa de la guerra contra la Triple Alianza– fueron asesinados un lunes 16 de agosto de 1.869 en el campo perteneciente al Sr. Roque Acosta Freire (por eso el sitio era conocido como “Acosta Ñu”), ubicado a 15 kilómetros al noreste de la actual ciudad de Eusebio Ayala.

La entereza de esos niños (devenidos en mártires) fue para seguir defendiendo el modelo económico-social-cultural francista-lopista (tierra para todos/as, trabajo, educación, seguridad, vivienda, soberanía, desarrollo económico y cultural, salud, etcétera), ante la cruenta invasión de los ejércitos de los países aliados, que tenían como principal objetivo aniquilar todo el sistema igualitario vigente en esa época en nuestro país.

El deseo que tenían varios pueblos latinoamericanos de imitar nuestro sistema económico-político, fue motivo de preocupación para los grandes empresarios bancarios internacionales, por lo que éstos se propusieron aniquilar el país con todo su sistema cultural-político-económico de equidad y justicia social. En parte lo lograron, pero también hasta la actualidad existen personas que siguen defendiendo la herencia del Dr. Francia y de los López (Carlos Antonio López y Francisco Solano López), con cada paso que se da hacia la construcción y consolidación del Poder Popular, que es la única garantía de una democracia real, con justicia social en Paraguay.



                                                                            Al Vino.
 


lunes, 28 de mayo de 2018

Evolución de los “insultos” utilizados por la clase dominante y por sus lacayos



Cuando la gente se oponía a la violación de Derechos Humanos (característica propia del capitalismo), automáticamente se convirtió en despectivo ser defensor de Derechos Humanos.

Cuando la gente se oponía a la desinformación, a la falta de educación y al atraso (características propias del capitalismo), automáticamente se convirtió en despectivo ser educador/a o “maestro/a”.

Cuando la gente se oponía al saqueo, a la barbarie y al terrorismo estatal (características propias del capitalismo), automáticamente se convirtió en despectivo ser comunista o zurdo.

Cuando la gente se oponía al latifundio y a la sojización (características propias del capitalismo), automáticamente se convirtió en despectivo ser campesino sin tierra.

Cuando la gente se oponía a la falta de viviendas (característica propia del capitalismo), automáticamente se convirtió en despectivo ser carpero o sin-techo.

Y ahora, cuando la gente se opone a la invasión de nuestros territorios por parte de sojeros brasileños ayudados por genuflexos y fascistas policías “nacionales” -como en Guahory, Yasy Cañy, entre otras tantas ciudades más- (característica propia del capitalismo), ¿automáticamente también se convertirá en despectivo ser ciudadano/a paraguayo/a?

viernes, 27 de abril de 2018

ALGUNAS LECCIONES TRAS LAS “ELECCIONES” DEL 22/04/2018


El terrorista fascista Alfredo  Stroessner, caudillo de la tiranía colorado-policial-militar que agobió al país con saqueos, secuestros, exilios, encarcelamientos, torturas, asesinatos, etcétera, (desde el 15 de agosto de 1954 hasta el 3 de febrero de 1989), desde los albores hasta la postrimería de ese cruento régimen, tenía entre el 10% y el 15% de apoyo social en el Paraguay -algunos le apoyaban por conveniencia y otros cuantos por ignorancia- pero supuestamente "ganaba" los simulacros de elecciones presidenciales con 87% a 95% de los votos.

La Asociación Nacional Republicana (ANR), conocida ordinariamente como Partido Colorado, desde el régimen stronista ha manipulado los votos de los/as ciudadanos/as para tratar de legalizar el ilegítimo gobierno de la República del Paraguay. Es más, ha realizado simulacros de votaciones en las que se declaraban ganadores de las mismas, pese a que tenía un mayoritario repudio social. Una “elección general” ha sido siempre una útil herramienta del coloradismo para presentar nacional e internacionalmente que todo cuanto acaece en el país tiene carácter democrático. Pues, al aparato electoral le convirtieron en putrefacto, fraudulento y plutocrático (acorde a esa minoría a la que favorece).

Los hechos demuestran que el pueblo no ejerce el poder al depositar su voto en las urnas. Es decir, en un sistema capitalista, el eleccionismo, el votismo o el electoralismo no son una herramienta al servicio del pueblo para ejercitar su soberanía sino más bien sirven para legalizar a los gobiernos puestos por, para y con los empresarios, latifundistas, agro-ganaderos, banqueros, narcotraficantes inconmensurablemente multimillonarios (nacionales y transnacionales).

Como en anteriores elecciones, esta vez nuevamente el coloradismo hizo figurar la cantidad de votos que le concede victoria electoral sobre su coyuntural contrincante (que en praxis no es tan distinto al oficialismo), pese a que perdieron dicha contienda. Sin embargo, la ANR falsea los datos, manipula los resultados, roba votos de partidos y movimientos distintos al oficialismo. A todo esto no se puede dejar de mencionar que alrededor de 500.000 personas (quinientos mil) se vieron obligadas a “negociar” sus cédulas para garantizar alimentación por uno o unos días, alquilando su documento de identidad por Gs. 100.000 ó 50.000, quizás no por falta de conciencia precisamente sino por exceso de necesidad y de hambre. Esta es una de las maneras de cambiar la voluntad popular. Entonces, el temor a la trasparencia es muy grande porque si se echa luz sobre esas prácticas, dicho partido (que es la herramienta político-económica de la clase opresora) perdería el poder o al menos se evidenciaría con mayor contundencia la ilegitimidad del mismo. 


Como lecciones, estas “elecciones” nos han dejado que los dueños del sistema capitalista vigente no van a dejar que la voz del pueblo oprimido tome el timón o que siquiera mínimamente desvíe el curso de esta barca en la que los ricos tienen todo y los pobres, solo su empobrecimiento. No es que el pueblo sea tonto y vota por los mismos de siempre; eso sería insultar la capacidad de razonamiento de la gente para culpabilizarla de la situación y eximir de culpa y pena a los verdaderos sostenedores de este orden de cosas, tal como el charlatán orgánico del sistema, Benjamín Fernández Bogado,  quiere introducir  (a fuerza de repetición) en la cabeza de la gente. Sabemos que la gente es inteligente, es capaz de comprender quién es su enemigo y quién no; sin embargo, irrefutablemente, esos votos, ni las manifestaciones, ni los cortes de ruta, ni mendigar a los gobernantes, ni las gestiones de algunos derechos, etcétera, podrán resolver los problemas más acuciantes de la población mayoritaria que pertenece a la clase trabajadora, oprimida y empobrecida. Este sistema capitalista es absolutamente incapaz de resolver las situaciones injustas que padece el pueblo paraguayo, precisamente porque tales situaciones son resultado del desarrollo del capitalismo.

La única o quizás la mejor de las opciones que el pueblo tiene es la construcción y consolidación del poder popular. El poder debe ser popular, no solo individual porque el problema es estructural, macroscópico y colectivo, y la solución necesariamente tendrá que tener mismas características. El pueblo trabajador (del campo y de la ciudad) no puede seguir bailando el desentonado canto que le impone sus opresores agrupados en clase (clase opresora) sino construir su propio canto; no puede seguir reproduciendo el discurso de su enemigo de clase sino producir uno propio, genuino, autónomo, diferente, racional y potente.

Si el pueblo quiere llegar a la verdadera democracia debe sacudirse, estirarse y forzar hasta romper las cadenas culturales e ideológicas que le ha impuesto su enemigo. No se puede convivir con la cadena desde la cuna hasta tumba. El pueblo necesita emanciparse y es un deber dicha tarea. El poder popular es la única democracia verdadera y para alcanzarla necesita dar este salto y para evitar calambres o estirones, el ejercicio debe empezar y seguir disciplinadamente en los hogares, en las escuelas (colegios y universidades), sindicatos, en las chacras, en las fábricas, en los espacios de recreación y deporte, etcétera. Es momento de romper las cadenas ideológicas y culturales del enemigo; es momento de construir y consolidar el Poder Popular.

EL ROSTRO DE SATANÁS. Aportes para reflexionar sobre el mal, el malo y lo malo.

-Por Alvino Villalba Cuando la gente se imagina cómo sería el rostro del Diablo, la imagen que se crea en la mente es la de un ser parecido ...