jueves, 5 de septiembre de 2024

EL ROSTRO DE SATANÁS. Aportes para reflexionar sobre el mal, el malo y lo malo.

-Por Alvino Villalba


Cuando la gente se imagina cómo sería el rostro del Diablo, la imagen que se crea en la mente es la de un ser parecido a un humano, pero con piel roja, cola con punta de lanza, cuernos, colmillos, orejas puntiagudas y patas de cabra, o un ente serpentino o dragontino. Estas imágenes han sido fuertemente moldeadas por siglos de arte, cultura popular y religión. Grandes artistas han contribuido a reforzar estas representaciones, tales como Francisco de Goya con su obra “El Aquelarre”, que retrata un aquelarre de brujas con la figura de un Satanás imponente y oscuro; Jean-Jacques Feuchère con su escultura “Satanás”, una figura de bronce que muestra a un ángel caído, torturado por la angustia de su condena; y Rafael Sanzio con su obra “San Miguel”, que ilustra la eterna lucha entre el bien y el mal, donde el Arcángel Miguel somete a un Diablo derrotado. Estos ejemplos y muchos otros han dado forma a una visión del Diablo como una figura grotesca y fácilmente identificable, lo que ha permeado en el imaginario colectivo.

Sin embargo, según algunos teólogos, como el demonólogo José Antonio Fortea, este es uno de los motivos por el que cuesta reconocer al Diablo en la vida cotidiana. No se le identifica por sus acciones, sino por su apariencia, como si fuera que el “padre de la mentira y el engaño” se va a presentar con esas apariencias monstruosas si realmente quiere conquistar a una persona. Es más fácil pensar que el mal es algo externo, visualmente distinto a nosotros, cuando en realidad puede estar mucho más cerca y ser mucho más sutil de lo que imaginamos.

Algo similar ocurre cuando hablamos de aquellos que generan tanto daño a la sociedad, a nuestras vidas y a las de nuestros seres queridos. Esos que tienen nombre, apellido, historia, proyectos, anhelos y sueños, pero que se han convertido en saqueadores, abusadores, corruptos, torturadores, asesinos, evasores de impuestos, entre otros. Tendemos a caer en la tentación de pensar que estos criminales deben tener apariencias diabólicas o monstruosas; y es por eso que nos cuesta comprender y aceptar que pueden ser las mismas personas que nos saludan cordialmente en la calle, que nos dan palmaditas en la espalda durante sus recorridos por los barrios, o que nos reciben sonrientes en las Municipalidades, Gobernaciones, Senado, Ministerios u otras oficinas públicas cuando nos acercamos a ellos para presentar algún proyecto o planteamiento. Esta disonancia entre la apariencia y la realidad de sus acciones dificulta nuestra capacidad para identificar y confrontar el mal en nuestras sociedades.

No obstante, el daño no es perpetrado únicamente por figuras políticas o personas en el poder. Quienes generan sufrimiento y destrucción también se encuentran en muchos otros ámbitos de la vida cotidiana. Hablamos de aquellos empresarios que explotan a sus trabajadores, negándoles salarios justos y condiciones dignas; de aquellos que contaminan el medio ambiente de forma irresponsable, afectando la salud y el bienestar de comunidades enteras. También están los líderes religiosos que abusan de su posición para manipular o aprovecharse de sus seguidores, así como los que promueven la discriminación y la intolerancia. No podemos olvidar a los miembros de organizaciones criminales, que siembran terror a través de la violencia, el tráfico de drogas, la trata de personas y otros delitos graves. Del mismo modo, quienes se benefician del sufrimiento ajeno a través de la explotación infantil, la pornografía o la violencia doméstica son igualmente responsables de propagar el mal en la sociedad. Incluso en el ámbito de la educación, existen quienes, al imponer ideas retrógradas o perpetuar desigualdades, causan un daño profundo a las futuras generaciones.

Es importante entonces aclarar la metáfora empleada hasta ahora, para desambiguar el texto: el Diablo es la personificación del mal o de la maldad; es la “figura” concreta que damos a algo abstracto para poder entenderlo mejor. Pero ¿qué es exactamente la maldad? La maldad, desde una perspectiva filosófica y teológica, es definida como la alteración o descomposición de las características esenciales del ser. No es una entidad que exista por sí misma, de manera independiente o autónoma, sino que surge como consecuencia de la ausencia del bien. Así como la oscuridad es simplemente la falta de luz, la maldad es la ausencia de bondad, y el mal es la ausencia de bien. Desde esta perspectiva, la maldad es una degradación de la naturaleza humana, cuya esencia es la bondad. No nacemos malos, sino que nos convertimos en malos cuando nos deshumanizamos; es decir, cuando dejamos de potenciar nuestra humanidad y la suprimimos, ya sea por diversas causas, pretensiones o circunstancias.

San Agustín de Hipona (354 – 430), uno de los principales filósofos y teólogos del cristianismo, explicaba que esta degradación de nuestras características esenciales lleva inevitablemente a la privación de nuestra realización plena. Degradarnos nos priva de alcanzar la plenitud de nuestro ser, y esta privación se manifiesta en lo que comúnmente llamamos “corrupción”. Cuando nuestras acciones y decisiones se alejan constantemente del bien, caemos en una descomposición moral que se convierte en parte intrínseca de nuestra identidad. El “corrupto”, desde esta línea de pensamiento, es alguien que se ha privado voluntariamente de alcanzar la cúspide de su ser, y, aunque el término “corrupto” se ha vuelto tan común que a veces lo aceptamos como parte inevitable de nuestra realidad, debemos recordar que esta corrupción es una forma de maldad que nos deshumaniza.

Tener una imagen distorsionada de los seres perversos, tanto ficticios (como el Diablo, Satanás, Lucifer, etc.) como reales (como los saqueadores, despilfarradores de dinero público, abusadores, corruptos, estafadores, mafiosos, asesinos, torturadores, etc.), nos dificulta identificar a quienes viven generando daños a nuestra sociedad. Además, esta distorsión facilita su impunidad, tanto social como mediática y judicial. La falta de un análisis profundo y de una coherencia ética, acompañada de coraje y dignidad, nos lleva a veces a aplaudir, temer o incluso resignarnos ante quienes generan daños tremendos, muchas veces irreparables, a nuestra sociedad. Por eso, es fundamental que rompamos con estas imágenes preconcebidas y aprendamos a identificar el mal por sus acciones, por los hechos, por sus conductas y/o comportamientos, no por sus apariencias.

                                                              Al Vino

domingo, 7 de mayo de 2023

SÍNDROME DEL FALO AGRANDADO. LA AUTOPERCEPCIÓN QUE TUMBÓ AL FRENTE GUASU.














El dirigente campesino devenido en preso político, Arístides Vera, afirma que una de las cosas más difíciles es la justa valoración debido que fácilmente uno se puede sobrevalorar o infravalorar. Basta un chubasco de entusiasmo y optimismo para sobrevalorarse y si se involucra la soberbia uno puede incluso perpetuarse con esa fantástica percepción de sí mismo, arriesgándose a alejarse de la realidad. 

La reconocida socióloga española Capitolina Díaz Martínez sostiene que la autopercepción es el conjunto de valoraciones que una persona tiene respecto de sí en un campo de acción y momento determinado. Por lo tanto, la carencia de objetividad es intrínseca a la autopercepción porque no incluye otras miradas sino solamente la de sí mismo sobre sí mismo. Más nada.

En Paraguay, el hombre que se autopercibe con más virilidad que otros sin serlo, adjudicándose a sí mismo grandeza, fuerza, valentía y gallardía extraordinarias sin tenerlas, es catalogado como alguien que padece el síndrome del falo agrandado (folclóricamente, dicho órgano es reflejo de virilidad). Quizás el Frente Guasu se haya autopercibido como una organización grande, fuerte, sólida y profunda sin ser así. Entonces, se ha comportado conforme a una valoración de sí mismo que no condice con lo que es realmente. Al ser una organización pequeña, débil, blanda y superficial no pudo realizar las prácticas de una organización musculosa; pues, como organización sigue siendo raquítica y desnutrida. Y confiando en una fuerza que no tenía, entró a disputar por más escaños en el Congreso y no solo no consiguió lo que pretendía sino ni siquiera pudo conservar los siete sillones que tenía y perdió de manera aplastante quedándose solamente con un sillón en la Cámara de Senadores.

Uno de los problemas de la autopercepción es la conducta que se desarrolla confiando en que esa percepción suple a la realidad. Tal es así que –desde hace unos años– se podría ya notar prácticas de la ANR (organización grande) en el Frente Guasu (organización pequeña), como usar el cargo de un ente público para colocar a simpatizantes y perseguir, hostigar y excluir a personas idóneas que no se doblegan ante las arbitrariedades (tal como viene ocurriendo en la FACSO, por ejemplo), cometer sobornos, chantajes, coacciones y acosos escondiéndose luego bajo el manto de la impunidad; o acumular bienes aprovechándose del cargo (conducta similar a la ANR), o resistirse a conformar bases para evitar escuchar al pueblo, tildando de “radicales”, “utópicos” o “peligrosos” a quienes se organizan para profundizar los cambios sociales con miras a una sociedad sin explotados ni explotadores. En fin, el Frente Guasu se estaba autopercibiendo como la ANR y –mientras se desenvolvía en esa fantasía– el pueblo le despertó de su hipnosis profunda con una bofetada electoral y le hizo ver la realidad que estaba esquivando. 

A veces, la experiencia es una maestra cruel que primero da el examen y luego da la lección. Y la lección es que la autopercepción pone en riesgo muchas conquistas por lo que se requiere, urgentemente, despertarse de la fantasía y confrontar la realidad recuperando las fuerzas reales y nutrirse adecuadamente para robustecerse lo necesario; solo así se podrá entrar nuevamente al campo de batalla con posibilidad real de avanzar, recuperar y conquistar derechos, recuperar bienes del pueblo usurpados y construir una sólida y duradera democracia; es decir, el poder del pueblo.

El camino de la oposición se hace mucho más duro, y solo los duros podrán permanecer en él. Esta es la hora para transitar hacia una seria renovación (de estrategia, de tácticas y de figuras) en la oposición paraguaya, de darse oportunidad y prioridad a nuevos dirigentes que han sido desplazados por quienes ahora han sido desechados y enterrados sin posibilidad de resurrección. Esta es la única garantía de que el pueblo trabajador tenga su representación y participación en el poder.

Al Vino


martes, 24 de mayo de 2022

ANTIVACUNAS: PROMOTORES DE LA MUERTE

- Por Alvino Villalba 


Hablar de “anti-vacunas” y “pro-vacunas” nos remite a la histórica disputa entre creencia y ciencia, entre ignorancia y conocimiento, entre los que promueven la enfermedad y la muerte y los que promueven la salud y la vida. Los autodenominados "anti-vacunas" son los promotores de la enfermedad, del sufrimiento y de la muerte, tanto de sí mismos como de sus familiares, amigos y también extraños; pues, pedir que la gente no se las aplique equivale a un pregón del dolor y la muerte. Por más dura que sea esta expresión, es la única forma sintética que expresa lo que se precisa comunicar de manera inmediata ahora que el debate ya no se centra en el origen divino o terrenal de este mal global sino más bien la humanidad se aboca a superarlo en el menor tiempo y con el menor costo posible. Las vacunas son las únicas herramientas eficaces para erradicar o controlar este virus que ha causado tantas muertes, orfandad, pesar y otros males cuyos etcéteras son interminables. Por eso, la imagen (viralizada en las redes sociales) que acompaña este artículo no es tan “amigable”.

Con la aparición de la vacuna (como resultado del arduo, exhaustivo y altamente cualificado trabajo de los mejores científicos de todo el planeta) para contrarrestar la pandemia ocurrida por el coronavirus, también ha reaparecido una discusión difícilmente conciliable entre quienes se aferran a sus creencias y quienes se abren a las ciencias. La creencia sostiene la existencia de algo cuya prueba no existe, por eso necesita que se crea; pues, creer es adherirse a algo sin exigir fundamentos ni comprobar su veracidad. Por ejemplo, no hace falta “creer” que existe el sol porque su comprobada existencia impone sostener que efectivamente existe. Sin embargo, para sostener la existencia del Pombéro se requiere creer, ya que no hay prueba material para afirmar comprobadamente que sí existe. La ciencia, en cambio, sostiene algo luego de haberlo sometido a un riguroso estudio. Entonces, es -prácticamente- imposible algún punto de coincidencia o de conciliación entre ambas (creencia y ciencia); pues, son completamente antagónicas y 'luchan' una contra la otra. Solamente una puede sobreponerse sobre la otra. No hay punto medio ahí.

En este momento, el mundo experimenta un rebrote de la pandemia por las variantes nuevas del COVID-19 y la mayor cantidad, tanto de infectados como de los hospitalizados y fallecidos corresponde a personas no vacunadas. Esos datos, entre otros, demuestran la alta efectividad de las vacunas anticovid que atenúan bastante los efectos del virus o directamente los anula impidiendo los daños de los pulmones y de otros órganos. Entonces, no utilizar e impulsar la no utilización de la vacuna anticovid -única herramienta científica para contrarrestar la pandemia y sus efectos- es operar para que no desaparezca ni sea controlado el coronavirus. Impulsar la no vacunación es operar para que este virus siga causando daños, muertes, sufrimiento, orfandades a muchísimas personas. Dicho sin circunloquio, los “antivacunas” tácitamente promueven casi todos los males, incluso la muerte (propia y ajena). Es fundamental la cooperación de todos para superar como humanidad esta pandemia. Los científicos han hecho lo que se anhela tener durante una pandemia: las vacunas. Las autoridades (pese a su conocida incompetencia y negligencia) ya han hecho lo que deben hacer: adquirir y distribuir las vacunas. Los ciudadanos tenemos el deber de cooperar para superar cuanto antes este mal. Ya sabemos cómo. Cooperemos entre todos.

Al Vino.

*Publicado en la Gaceta Guaireña el 18/01/2022

 


Ramón I. Cardozo: vela guaireña encendida y puesta debajo de la cama.

-Por Alvino Villalba


La historia es una ciencia, pero si no es tratada como tal se convierte en una potente y eficaz herramienta de manipulación debido a que puede invisibilizar talentos, aportes y descubrimientos de algunos; es capaz de presentar como héroe o villano a alguien sin haber reunido las condiciones para tal o cual; puede minimizar hechos, situaciones o a personajes relevantes para que pasen al olvido y viceversa: puede maximizar los hechos y a protagonistas irrelevantes. No en vano el escritor británico Eric Arthur Blairel (más conocido por su seudónimo George Orwell) ha afirmado que “la historia la escriben los vencedores”; pues, quien domina o tiene poder, impone a quién elogiar y a quién condenar, de acuerdo a sus intereses o pretensiones.

Muchos están de acuerdo en que no es fruto del azar sino intencional la poca visibilización o –incluso– la invisibilización del magnífico aporte pedagógico realizado por el villarriqueño Ramón Indalecio Cardozo. Es que el mismo ha puesto en duda la eficacia de la educación tradicional que se desarrollaba en nuestro país. Pero no se quedó ahí sino se ha convertido en el propulsor de una nueva corriente pedagógica denominada en su época como "Escuela Nueva" (desarrollada principalmente en algunos países de Europa para resguardar y consolidar los ideales de la Ilustración), denominada también “Escuela Activa”. La característica resaltante de esa nueva corriente pedagógica es su enfoque en la libertad, el valor, la dignidad y la autonomía del niño para que pudiera desarrollar sus habilidades intelectuales, técnicas, artísticas, deportivas, etcétera. Es decir, el nuevo paradigma pedagógico dejaba en desuso el método tradicional que se ocupaba más en la memorización, en la mera obediencia y que atribuye al docente una rígida autoridad para impartir (o emitir) “conocimiento” a la mente receptora del niño. Vale mencionar que Manuel Ortiz Guerrero ha sido uno de sus estudiantes educados con esta pedagogía. Tal vez no hubiera desarrollado su talento artístico si hubiera sido educado en la ciega obediencia o instruido para hacer simple y solamente lo que todo el mundo hace, lo que todos los niños “normales” hacen.

La propuesta pedagógica del guaireño es superadora y liberadora. Su preocupación y su ocupación se orientaban a que la población infanto-escolar no se quede en el aprendizaje memorístico ni en la obediencia ciega a las reglas o a las autoridades –representados por el/la profesor/a– ni a considerar que ser “iguales” a todos es la normalidad. Para Ramón Indalecio, ser lo que todo el mundo es o hacer lo que todo el mundo hace no convierte al niño en “normal”; por lo tanto, ser diferente o hacer en forma diferente las cosas no implica “anormalidad” o rareza. Por la misma razón resuena con tanta fuerza la síntesis de su valioso aporte: “Solamente con el amor se puede hacer el milagro de la educación”.

De hecho, la uniformidad (una sola forma) de la educación atrofia los diversos talentos, capacidades, cualidades y habilidades de los niños porque ellos no son uniformes sino pluriformes (tienen diversas formas de ser, de hacer o de expresarse). La uniformidad de la educación no favorece sino censura los diversos y deferentes talentos o cualidades de los niños que conviven en la sociedad que de por sí es pluriforme.

Pese a que ejerció la docencia durante 45 años en nuestro país, de los cuales 24 años lo hizo en Villarrica, se le recuerda tímidamente, casi “por obligación” y sus ideas, aportes, producciones intelectuales no han sido democratizados suficientemente sino son estudiados y desarrollados en su amplitud por un círculo muy reducido de personas. La luz de Ramón Indalecio Cardozo debería alcanzar a todos; es una vela que debería iluminar a todos, pero sigue siendo una vela guaireña que, tras ser encendida, es puesta debajo de la cama.

Al Vino.

*Publicado en la Gaceta Guaireña el 24/03/2022 en este enlace: https://gacetaguairena.com/ramon-i-cardozo-vela-guairena-encendida-y-puesta-debajo-de-la-cama/

¡QUE VUELVAN LOS SECUESTRADOS! Llamamiento al Fariseísmo del Siglo XXI

-Por Alvino Villalba





Pedir que vuelvan los secuestrados es solamente la verbalización de un deseo, como si estuviese enfrente nuestro un Hada Madrina ofreciéndose para cumplir lo que anhelamos. No es que los secuestrados van a enterarse de nuestro deseo y por eso van a decidir volver. Tampoco los secuestradores les liberarían solamente porque se han dado cuenta de que así lo desean los familiares o amigos. Entonces, ¿qué queda por hacer? La persona que responda correctamente esa pregunta merece todos los aguinaldos de quienes están leyendo esto.

En Paraguay, desde 1954 hasta 1989 han ocurrido 19.872 (diecinueve mil ochocientos setenta y dos) secuestros; en promedio, durante la tiranía de Stroesner, han ocurrido 567 secuestros por año. Del total de secuestrados, 18.772 (dieciocho mil setecientos setenta y dos) han experimentado tormentosas torturas durante su secuestro; 59 (cincuenta y nueve) han sido ejecutados (muchos de ellos frente a sus hijos, hermanos, padres y compañeros). De entre todos esos secuestrados, 439 personas hasta ahora no pudieron ser encontradas, liberadas o rescatadas. Estos secuestros han sido cometidos por policías, militares y caudillos colorados bajo la directriz del Gral. Alfredo Stroessner. De entre los secuestrados estaban intelectuales, dirigentes campesinos, estudiantiles, obreros, religiosos, artistas, y cualesquiera que luchaban por la democracia y por la paz. Los rostros de estos 439 seres humanos –cuyos nombres se citan en esa lista puesta como imagen de este artículo– no vemos en los medios masivos de comunicación ni les vemos en los carteles al costado de las rutas principales con la frase “¡Que vuelvan los secuestrados!”.


Es oportuno aclarar que esta lista está en permanente actualización, atendiendo que, luego de la publicación del informe de la Comisión de Verdad y Justicia, la Dirección de Memoria Histórica y Reparación ha recibido muchas otras denuncias por parte de familiares de los secuestrados, cuyos paraderos se desconocen hasta ahora. Además, en esta lista, algunas personas no han sido secuestradas en nuestro país sino en países vecinos, pero por mandato de Stroessner, ya que tenía aliados en la región que operaban dentro del mismo Plan Cóndor; así que, cualquier “marcado” por los secuestradores (comandados por Stroessner) era secuestrado, esté dentro o fuera del país. De esa manera, alrededor de cien personas fueron secuestradas y desaparecidas en Argentina, Brasil y Uruguay.

Estas cifras corresponden a algunas denuncias hechas y es el resultado de unas rigurosas investigaciones. No obstante, hay un ‘sub registro’ de violaciones de DDHH no denunciadas hasta hoy, desde torturas hasta muertes y desapariciones. Las violaciones sexuales sistemáticas a niñas (de entre 8 a 13 años), luego de haber sido secuestradas por la misma banda criminal son -por citar un ejemplo- una causa inconclusa, poco investigada e impune. Según las denuncias, 4 a 6 niñas por mes, durante 35 años (aproximadamente 1.680 a 2.520 criaturas) han sido secuestradas exclusivamente para que sean violadas sexualmente por el propio dictador Alfredo Stroessner y por varios jerarcas de su entorno. Hasta ahora no se investiga a fondo esta denuncia ni se ha realizado las investigaciones para que los criminales sean juzgados. Tampoco se sabrá a cuántos indígenas asesinaron, ya que en esa época estos no contaban con cédulas de identidad.

Si hay personas secuestradas, también hubo (hay) secuestradores. ¿Quiénes han sido los secuestradores durante ese periodo de nuestra historia reciente? Los secuestradores eran caudillos colorados, policías y militares quienes sostuvieron una sangrienta tiranía durante 35 años; de estos secuestradores, solamente algunos han sido juzgados mientras los demás no han sido sometidos a juicio y castigo. Muchos de ellos siguen usufructuando las riquezas acumuladas con esos crímenes atroces y son quienes más defienden el terrorismo instaurado por casi medio siglo y para el cual han utilizado todos los recursos del Estado paraguayo que estaba bajo su control. Entre los criminales de lesa humanidad (responsables de estos secuestros, torturas, asesinatos, violaciones, desapariciones, etc.), muy pocos han sido encarcelados luego de la tiranía. Por ejemplo, el comisario Pastor Coronel fue apresado, aunque no fue tratado jamás como él trató a sus secuestrados, a quienes la comunidad nacional e internacional denominó “presos políticos”. También el comisario Sapriza fue encarcelado unos pocos años, luego continuó su vida como si nada haya ocurrido.

¿Por qué la sociedad paraguaya no menciona con frecuencia a los 19.872 secuestrados? Como sociedad, ¿también verbalizamos el deseo de que vuelvan los 439 secuestrados que hasta ahora siguen desaparecidos? ¿Qué tipo de “voto de silencio” o “sigilo social” hemos hecho para fingir que acá no ha pasado nada? ¿Por qué esos terroristas no han sido sometidos a juicio y castigo? Si hablamos de Terrorismo de Estado, también hablamos de terroristas estatales. ¿Quiénes son los terroristas estatales?

En los inicios de la era cristiana, los seres más despreciables han sido los fariseos por fingir ser buenas personas sin ser así, por exigir a otras personas que se comportasen de cierta manera mientras ellos se comportaban como quisiesen sin que nadie pudiera reclamarle por eso; los fariseos eran famosos por denunciar algunas injusticias y por callarse ante otras más complejas; se indignaban por conductas ajenas que ellos mismos calificaban de “inmorales” al mismo tiempo que ellos hacían lo mismo en un grado mucho más intenso. Esa misma indignación selectiva es la hipocresía que se observa todavía en nuestra sociedad cuando se repudia algunos hechos y se callan ante otras atrocidades incluso más grandes, cuando pide pena capital para delincuentes de poca monta mientas se comporta con pasividad y conformismo ante saqueos de dinero público que debía ser destinado a solventar las necesidades vitales de la población, entre otros comportamientos que indican lo que real y verdaderamente somos. Por eso, revisar nuestras indignaciones y pregones nos ayudará a saber si formamos parte de ese despreciable grupo del Fariseísmo del Siglo XXI o si estamos del lado de quienes quieren y trabajan para construir otro modelo de sociedad. ¿Cómo construimos otro tipo de sociedad? ¿Qué características debe tener esa sociedad para que supere cualitativamente a la que tenemos? ¿Por qué seguimos con la misma actitud si queremos que cambien las cosas? Como sociedad deberíamos ir respondiendo preguntas de esta índole para reflexionar y conocer más acerca de nuestra realidad; pues, quien no conoce la historia, seguirá viviendo de cuentos fantasiosos. Y quien vive de fantasía, fácilmente podrá ser engañado y manipulado. 

Al Vino


* Publicado en Gaceta Guaireña el 15/12/2021

CALOR APOCALÍPTICO ES FENÓMENO ARTIFICIAL

-Por Alvino Villalba


La superficie del territorio paraguayo es de 406.752 km² que equivale a 40.675.200 hectáreas, de las cuales 27 millones de hectáreas corresponden al área boscosa (donde hay árboles, ríos, arroyos y animales silvestres). De toda esa área boscosa, en la actualidad solamente nos quedan 12 millones de hectáreas. Más de la mitad de nuestros bosques hemos perdido o –más bien- se ha destruido. Para tener como referencia, nada más, entre los años 2001 y 2019, fueron destruidas 6.033.095 hectáreas de nuestro bosque. Ahora bien, lo que tendría que quedarnos bien claro es que esta destrucción no ha sido por fenómenos naturales, sino por fenómenos artificiales.

La destrucción de 15 millones de hectáreas (de 27 millones de hectáreas) de bosques paraguayos no ha sido natural sino provocada por pocas personas, entre las cuales se encuentran los ganaderos, narcotraficantes y sojeros; pues, son ellos los que realizan las masivas deforestaciones destruyendo así los montes para que se puedan realizar las plantaciones de marihuana, la soja y también con la finalidad generar las condiciones adecuadas para la pastura de las vacas. Es decir, el lucro, la acumulación y la ganancia de dinero de unos pocos generan los perjuicios y daños que padecemos la gran mayoría. ¿Acaso no hay alguna ley que pudiera impedir eso y castigar a los que siguen destruyendo nuestros bosques, arroyos y tierra? Aunque parezca poco creíble, todo este ecocidio ocurre, pese a la existencia de la Ley 2524/2004, conocida como de “Ley de Deforestación Cero”, creada supuestamente- para “propiciar la protección, recuperación y el mejoramiento del bosque… contribuyendo al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes del país”. Así afirma esta ley en su primer artículo. A pesar de eso, el Estado paraguayo es débil e ineficiente para aplicar esta ley y proteger los intereses y bienes de todos los paraguayos; muy por el contrario, son esos narcotraficantes, ganaderos y sojeros los que imponen su ley al Estado y no al revés (como debería ser en una república).

“Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde” afirma la sabiduría popular y colectiva. Es eso mismo lo que nos pasa en este momento. Luego de perder todos esos bosques, sabemos la importancia que ha tenido o que tiene. Pero, ¿por qué es tan importante la existencia y la conservación de los bosques? Esa pregunta se responde con estos datos: una hectárea de bosque genera entre 10 y 20 toneladas de oxígeno al año; los bosques regulan el ciclo del agua (para que no haya sequías ni inundaciones); producen oxígeno luego de administrar el dióxido de carbono por lo que purifica el aire contaminado; conservan muchas especies animales garantizando así la biodiversidad; los bosques regulan el clima para que las temperaturas no sean ni muy altas ni muy bajas. Es sabido que la masiva deforestación genera una diferencia en el clima de entre 5 a 6 grados. Las altas temperaturas experimentadas en Paraguay claramente evidencian eso; por ejemplo (solamente en la región oriental) en el año 1990, la temperatura máxima en enero ha sido de 36°C; en el año 2000, 38°C; en el 2010, 41°C.; en el año 2021, 43°C y la tendencia es que siga en aumento. De esa manera, nuestro clima cálido cada vez se aproxima más al de algunos países considerados “los más cálidos del mundo”; pues, en la India, las altas temperaturas van alrededor de 47°C; en Vietnam, 45ºC; en Israel, 44ºC; en Catar, 47ºC; en Irán, 45ºC; en Etiopía, 48ºC. ¿Paraguay va rumbo a ser uno de los países más cálidos del mundo?

Como hemos notado, la destrucción de nuestros bosques y el medio ambiente en general no es natural sino artificial (es provocada por algunas personas); por eso mismo, es un error atribuir a toda la humanidad la responsabilidad de esta catastrófica situación. De hecho, todo el daño al medio ambiente no es «responsabilidad de la humanidad» sino de una minoría que se apropia de los recursos naturales, los comercializa y convierte esas áreas boscosas en terrenos para las plantaciones señaladas arriba. Una vez más, resalta a la vista que el lucro de una minoría trae consecuencias apocalípticas que padecemos la gran mayoría.

Una de las consecuencias que la gran mayoría estamos experimentando (padeciendo) es este calor extremo que supera récord de temperaturas altas. Es un calor artificial; no es un fenómeno natural sino es el efecto de las acciones humanas. Nunca antes el calor ha sido tan extremo como ahora y se estima que este es el verano menos caliente de los siguientes años. Dicho con otras palabras, las altas temperaturas de los próximos años no serían como ahora sino iría en ascenso.

Los insoportables daños (que provoca el calor extremo) no han sido impuestos por la naturaleza sino por algunas personas. Entonces, todos los demás efectos del calor, tampoco son naturales sino provocados (no de manera inmediata sino mediatamente); entre estos efectos podemos mencionar el aumento de adultos mayores que están muriendo en sus hogares, la sequía, los incendios, la pérdida de las plantaciones y cultivos con su inherente perjuicio a la economía, la deshidratación, las descompensaciones, problemas cardiacos, renales y dermatológicos, entre otros.

En Paraguay, el Apocalipsis no es natural ni sobrenatural sino artificial. Todo este fenómeno apocalíptico y artificial se pudo haber evitado, pero la ineficiencia e incapacidad del Estado ha propiciado esta situación. A partir de aquí, ¿qué podemos hacer como sociedad civil para revertir esto? ¿Cómo y con quiénes se podría hacer un Estado que efectivamente defienda los intereses patrios? ¿Qué futuro nos espera a nosotros, a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos? Los bosques se caracterizan por dar salud, bienestar y vida. Su destrucción trae consigo enfermedades, malestares y muertes. ¿Es justo que por el lucro y la ganancia de los ecocidas tengamos que padecer situaciones tan catastróficas? Lo que queda claro es que, si no protegemos la naturaleza, la naturaleza ya no nos protegerá.

Al Vino.

* Publicado en Gaceta Guaireña el 03/02/2022 en este enlace: https://gacetaguairena.com/calor-apocaliptico-es-fenomeno-artificial/

LOS DESAFÍOS DE UNA CAPITAL CULTURAL

- Por Alvino Villalba

La fantasía forma parte de la realidad y ésta –muchas veces– supera la ficción. Ser realista sin soñar y sin fantasear roza con el pesimismo; por lo tanto, deberíamos permitirnos soñar más sin quedarnos dormidos sino trabajando para materializar nuestros sueños y anhelos, aunque por eso te “acusen” de soñador o de loco. Al fin y al cabo, por salud mental es ‘permitido’ enloquecer de vez en cuando. Soñar individual y colectivamente que podemos ser y estar mejor es el histórico elemento dinamizador de la anulación y superación de situaciones deshumanizantes que dañan a las personas y a la naturaleza.

En ese sentido, soñar que Villarrica puede fortalecer su condición de ciudad culta y/o de capital cultural del Paraguay no pasa por un optimismo vanidoso ni pretende alimentar algún chovinismo local ante otras ciudades, sino es lo que nos merecemos y es el punto de convergencia de los anhelos de una sólida mayoría vilarriqueña. Materializar un sueño conlleva un arduo trabajo; pues, los sueños no se cumplen mágicamente, para ello se trabaja hasta que se convierta en una hermosa y satisfactoria realidad.

Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de cultura? Básicamente, cultura es el modo de ser, de estar, de vivir y de convivir de un pueblo; dicho de manera distinta, cultura es todo aquello que hemos sembrado o cultivado como sociedad en la cual todo aquello (que hemos cultivado) es reconocido, valorado y promocionado por cada uno de los miembros que la componen. Se emplea el término “cultivo” para remitirnos a lo que hemos hecho, lo que estamos haciendo y lo que seguiremos haciendo para nosotros y para las indeterminadas generaciones que vendrán. Y en ese movimiento, que conjuga conservar e innovar, por lo general, se descubren o inventan formas más sofisticadas y más satisfactorias, las cuales se incorporan dejando algunos elementos y manteniendo otros; esta es la manera en la que se acerca al perfeccionamiento. Es decir, la cultura es dinámica; no es estática, no se estanca en el tiempo ni se aferra a una sola forma. En ese sentido, el filósofo y militar Francisco Romero (español nacionalizado argentino) sostiene que el ser humano es producto de la cultura y -al mismo tiempo- es productor de cultura. Parafraseando a este autor, podríamos decir que la cultura es una creación humana que se recrea sin dejar de ser lo que es.

Por otro lado, aunque suene paradójico, el movimiento cultural denominado ‘Renacimiento’, que logró la transición de la Edad Media a la Edad Moderna, redujo el concepto de la cultura de “bien colectivo” (tangible e intangible) a un “bien individual” al colocar la idea del “hombre cultivado” con lo cual el instaló la categoría “persona de cultura” para referirse exclusivamente a quien ha accedido a estudios académicos. También para la Real Academia Española (institución cultural española), cultura es el “conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”, y es el “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etcétera”.

Volvamos a la palabra “cultivo”. En este contexto, se refiere –principalmente– a las costumbres, los valores, las virtudes, las hazañas o logros académicos, éticos, militares, artísticos, políticos, tecnológicos, religiosos y deportivos realizados o empezados por nuestros ascendientes. Cultura es cultivo y siembra. Es una metáfora del ámbito agrícola que nos remite a las acciones que realizamos para no carecer de algo que valoramos y consideramos necesario para subsistir como pueblo. Por eso, la corrupción, el clientelismo, la mediocridad, el robo, el exclusivismo, el nepotismo, la impunidad, el planillerismo, el autoritarismo, la falta de transparencia, la prepotencia, entre otros vicios instalados por nefastos administradores de nuestros bienes (desde la municipalidad, la gobernación y/o desde la misma presidencia) son los que ponen en riesgo nuestra cultura y -consecuentemente- nuestra misma identidad como capital cultural del país. Por lo tanto, administraciones que se denominen “diferentes” tienen la obligación moral, social y política de ser efectivamente diferentes haciendo de forma diferente las cosas, no solo con resoluciones circunstanciales sino trabajando con un plan a corto, mediano y largo plazo con enfoque integral.

¿Cómo nos cultivamos en la actualidad? ¿Cómo hacer para fomentar lecturas, sentido crítico E involucramiento de la población desde temprana edad? ¿Qué hacer con quienes operaron para despojarnos de nuestro cultivo incorporando prácticas contrarias a una ciudad culta? Los Departamentos o Secretarías de cultura (que no comulgan con la mediocridad) tienen un alto desafío, pero, ¿los pobladores podrían pasar de espectadores a protagonistas? Quizás los hechos que no condicen con nuestro modo de ser, de estar, de vivir y de convivir, como esos vicios citados más arriba, pasen también por el insuficiente interés que se viene poniendo en algo demasiado valioso e importante como la cultura. La esperanza, no de todos sino de muchos, es que ahora hay una nueva administración que tiene el gran desafío de ser diferente.

Al Vino


* Publicado en Gaceta Guaireña el 11/01/2021

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