-Por Alvino Villalba
Pedir que vuelvan los secuestrados es solamente la verbalización de un deseo, como si estuviese enfrente nuestro un Hada Madrina ofreciéndose para cumplir lo que anhelamos. No es que los secuestrados van a enterarse de nuestro deseo y por eso van a decidir volver. Tampoco los secuestradores les liberarían solamente porque se han dado cuenta de que así lo desean los familiares o amigos. Entonces, ¿qué queda por hacer? La persona que responda correctamente esa pregunta merece todos los aguinaldos de quienes están leyendo esto.
En Paraguay, desde 1954 hasta 1989 han ocurrido 19.872 (diecinueve mil ochocientos setenta y dos) secuestros; en promedio, durante la tiranía de Stroesner, han ocurrido 567 secuestros por año. Del total de secuestrados, 18.772 (dieciocho mil setecientos setenta y dos) han experimentado tormentosas torturas durante su secuestro; 59 (cincuenta y nueve) han sido ejecutados (muchos de ellos frente a sus hijos, hermanos, padres y compañeros). De entre todos esos secuestrados, 439 personas hasta ahora no pudieron ser encontradas, liberadas o rescatadas. Estos secuestros han sido cometidos por policías, militares y caudillos colorados bajo la directriz del Gral. Alfredo Stroessner. De entre los secuestrados estaban intelectuales, dirigentes campesinos, estudiantiles, obreros, religiosos, artistas, y cualesquiera que luchaban por la democracia y por la paz. Los rostros de estos 439 seres humanos –cuyos nombres se citan en esa lista puesta como imagen de este artículo– no vemos en los medios masivos de comunicación ni les vemos en los carteles al costado de las rutas principales con la frase “¡Que vuelvan los secuestrados!”.
Estas cifras corresponden a algunas denuncias hechas y
es el resultado de unas rigurosas investigaciones. No obstante, hay un ‘sub
registro’ de violaciones de DDHH no denunciadas hasta hoy, desde torturas hasta
muertes y desapariciones. Las violaciones sexuales sistemáticas a niñas (de
entre 8 a 13 años), luego de haber sido secuestradas por la misma banda
criminal son -por citar un ejemplo- una causa inconclusa, poco investigada e
impune. Según las denuncias, 4 a 6 niñas por mes, durante 35 años
(aproximadamente 1.680 a 2.520 criaturas) han sido secuestradas exclusivamente
para que sean violadas sexualmente por el propio dictador Alfredo Stroessner y
por varios jerarcas de su entorno. Hasta ahora no se investiga a fondo esta
denuncia ni se ha realizado las investigaciones para que los criminales sean
juzgados. Tampoco se sabrá a cuántos indígenas asesinaron, ya que en esa época
estos no contaban con cédulas de identidad.
Si hay personas secuestradas, también hubo (hay)
secuestradores. ¿Quiénes han sido los secuestradores durante ese periodo de
nuestra historia reciente? Los secuestradores eran caudillos colorados,
policías y militares quienes sostuvieron una sangrienta tiranía durante 35
años; de estos secuestradores, solamente algunos han sido juzgados mientras los
demás no han sido sometidos a juicio y castigo. Muchos de ellos siguen
usufructuando las riquezas acumuladas con esos crímenes atroces y son quienes más
defienden el terrorismo instaurado por casi medio siglo y para el cual han
utilizado todos los recursos del Estado paraguayo que estaba bajo su control.
Entre los criminales de lesa humanidad (responsables de estos secuestros,
torturas, asesinatos, violaciones, desapariciones, etc.), muy pocos han sido
encarcelados luego de la tiranía. Por ejemplo, el comisario Pastor Coronel fue
apresado, aunque no fue tratado jamás como él trató a sus secuestrados, a
quienes la comunidad nacional e internacional denominó “presos políticos”.
También el comisario Sapriza fue encarcelado unos pocos años, luego continuó su
vida como si nada haya ocurrido.
¿Por qué la sociedad paraguaya no menciona con
frecuencia a los 19.872 secuestrados? Como sociedad, ¿también verbalizamos el
deseo de que vuelvan los 439 secuestrados que hasta ahora siguen desaparecidos?
¿Qué tipo de “voto de silencio” o “sigilo social” hemos hecho para fingir que
acá no ha pasado nada? ¿Por qué esos terroristas no han sido sometidos a juicio
y castigo? Si hablamos de Terrorismo de Estado, también hablamos de terroristas
estatales. ¿Quiénes son los terroristas estatales?
En los inicios de la era cristiana, los seres más
despreciables han sido los fariseos por fingir ser buenas personas sin ser así,
por exigir a otras personas que se comportasen de cierta manera mientras ellos
se comportaban como quisiesen sin que nadie pudiera reclamarle por eso; los
fariseos eran famosos por denunciar algunas injusticias y por callarse ante
otras más complejas; se indignaban por conductas ajenas que ellos mismos
calificaban de “inmorales” al mismo tiempo que ellos hacían lo mismo en un
grado mucho más intenso. Esa misma indignación selectiva es la hipocresía que
se observa todavía en nuestra sociedad cuando se repudia algunos hechos y se
callan ante otras atrocidades incluso más grandes, cuando pide pena capital
para delincuentes de poca monta mientas se comporta con pasividad y conformismo
ante saqueos de dinero público que debía ser destinado a solventar las
necesidades vitales de la población, entre otros comportamientos que indican lo
que real y verdaderamente somos. Por eso, revisar nuestras indignaciones y
pregones nos ayudará a saber si formamos parte de ese despreciable grupo del
Fariseísmo del Siglo XXI o si estamos del lado de quienes quieren y trabajan
para construir otro modelo de sociedad. ¿Cómo construimos otro tipo de
sociedad? ¿Qué características debe tener esa sociedad para que supere
cualitativamente a la que tenemos? ¿Por qué seguimos con la misma actitud si
queremos que cambien las cosas? Como sociedad deberíamos ir respondiendo
preguntas de esta índole para reflexionar y conocer más acerca de nuestra
realidad; pues, quien no conoce la historia, seguirá viviendo de cuentos
fantasiosos. Y quien vive de fantasía, fácilmente podrá ser engañado y
manipulado.
Al Vino
* Publicado en Gaceta Guaireña el 15/12/2021
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