-Por Alvino Villalba
La historia es una ciencia, pero si no es tratada como tal se convierte en una potente y eficaz herramienta de manipulación debido a que puede invisibilizar talentos, aportes y descubrimientos de algunos; es capaz de presentar como héroe o villano a alguien sin haber reunido las condiciones para tal o cual; puede minimizar hechos, situaciones o a personajes relevantes para que pasen al olvido y viceversa: puede maximizar los hechos y a protagonistas irrelevantes. No en vano el escritor británico Eric Arthur Blairel (más conocido por su seudónimo George Orwell) ha afirmado que “la historia la escriben los vencedores”; pues, quien domina o tiene poder, impone a quién elogiar y a quién condenar, de acuerdo a sus intereses o pretensiones.
Muchos están de acuerdo
en que no es fruto del azar sino intencional la poca visibilización o –incluso–
la invisibilización del magnífico aporte pedagógico realizado por el
villarriqueño Ramón Indalecio Cardozo. Es que el mismo ha puesto en duda la
eficacia de la educación tradicional que se desarrollaba en nuestro país. Pero
no se quedó ahí sino se ha convertido en el propulsor de una nueva corriente
pedagógica denominada en su época como "Escuela Nueva" (desarrollada
principalmente en algunos países de Europa para resguardar y consolidar los
ideales de la Ilustración), denominada también “Escuela Activa”. La
característica resaltante de esa nueva corriente pedagógica es su enfoque en la
libertad, el valor, la dignidad y la autonomía del niño para que pudiera
desarrollar sus habilidades intelectuales, técnicas, artísticas, deportivas,
etcétera. Es decir, el nuevo paradigma pedagógico dejaba en desuso el método
tradicional que se ocupaba más en la memorización, en la mera obediencia y que
atribuye al docente una rígida autoridad para impartir (o emitir)
“conocimiento” a la mente receptora del niño. Vale mencionar que Manuel Ortiz
Guerrero ha sido uno de sus estudiantes educados con esta pedagogía. Tal vez no
hubiera desarrollado su talento artístico si hubiera sido educado en la ciega
obediencia o instruido para hacer simple y solamente lo que todo el mundo hace,
lo que todos los niños “normales” hacen.
La propuesta pedagógica
del guaireño es superadora y liberadora. Su preocupación y su ocupación se
orientaban a que la población infanto-escolar no se quede en el aprendizaje
memorístico ni en la obediencia ciega a las reglas o a las autoridades
–representados por el/la profesor/a– ni a considerar que ser “iguales” a todos
es la normalidad. Para Ramón Indalecio, ser lo que todo el mundo es o hacer lo
que todo el mundo hace no convierte al niño en “normal”; por lo tanto, ser
diferente o hacer en forma diferente las cosas no implica “anormalidad” o
rareza. Por la misma razón resuena con tanta fuerza la síntesis de su valioso
aporte: “Solamente con el amor se puede hacer el milagro de la educación”.
De hecho, la uniformidad
(una sola forma) de la educación atrofia los diversos talentos, capacidades,
cualidades y habilidades de los niños porque ellos no son uniformes sino
pluriformes (tienen diversas formas de ser, de hacer o de expresarse). La
uniformidad de la educación no favorece sino censura los diversos y deferentes
talentos o cualidades de los niños que conviven en la sociedad que de por sí es
pluriforme.
Pese a que ejerció la
docencia durante 45 años en nuestro país, de los cuales 24 años lo hizo en Villarrica,
se le recuerda tímidamente, casi “por obligación” y sus ideas, aportes,
producciones intelectuales no han sido democratizados suficientemente sino son
estudiados y desarrollados en su amplitud por un círculo muy reducido de
personas. La luz de Ramón Indalecio Cardozo debería alcanzar a todos; es una
vela que debería iluminar a todos, pero sigue siendo una vela guaireña que,
tras ser encendida, es puesta debajo de la cama.
Al Vino.
*Publicado en la Gaceta Guaireña el 24/03/2022 en este enlace: https://gacetaguairena.com/ramon-i-cardozo-vela-guairena-encendida-y-puesta-debajo-de-la-cama/
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