martes, 24 de mayo de 2022

ANTIVACUNAS: PROMOTORES DE LA MUERTE

- Por Alvino Villalba 


Hablar de “anti-vacunas” y “pro-vacunas” nos remite a la histórica disputa entre creencia y ciencia, entre ignorancia y conocimiento, entre los que promueven la enfermedad y la muerte y los que promueven la salud y la vida. Los autodenominados "anti-vacunas" son los promotores de la enfermedad, del sufrimiento y de la muerte, tanto de sí mismos como de sus familiares, amigos y también extraños; pues, pedir que la gente no se las aplique equivale a un pregón del dolor y la muerte. Por más dura que sea esta expresión, es la única forma sintética que expresa lo que se precisa comunicar de manera inmediata ahora que el debate ya no se centra en el origen divino o terrenal de este mal global sino más bien la humanidad se aboca a superarlo en el menor tiempo y con el menor costo posible. Las vacunas son las únicas herramientas eficaces para erradicar o controlar este virus que ha causado tantas muertes, orfandad, pesar y otros males cuyos etcéteras son interminables. Por eso, la imagen (viralizada en las redes sociales) que acompaña este artículo no es tan “amigable”.

Con la aparición de la vacuna (como resultado del arduo, exhaustivo y altamente cualificado trabajo de los mejores científicos de todo el planeta) para contrarrestar la pandemia ocurrida por el coronavirus, también ha reaparecido una discusión difícilmente conciliable entre quienes se aferran a sus creencias y quienes se abren a las ciencias. La creencia sostiene la existencia de algo cuya prueba no existe, por eso necesita que se crea; pues, creer es adherirse a algo sin exigir fundamentos ni comprobar su veracidad. Por ejemplo, no hace falta “creer” que existe el sol porque su comprobada existencia impone sostener que efectivamente existe. Sin embargo, para sostener la existencia del Pombéro se requiere creer, ya que no hay prueba material para afirmar comprobadamente que sí existe. La ciencia, en cambio, sostiene algo luego de haberlo sometido a un riguroso estudio. Entonces, es -prácticamente- imposible algún punto de coincidencia o de conciliación entre ambas (creencia y ciencia); pues, son completamente antagónicas y 'luchan' una contra la otra. Solamente una puede sobreponerse sobre la otra. No hay punto medio ahí.

En este momento, el mundo experimenta un rebrote de la pandemia por las variantes nuevas del COVID-19 y la mayor cantidad, tanto de infectados como de los hospitalizados y fallecidos corresponde a personas no vacunadas. Esos datos, entre otros, demuestran la alta efectividad de las vacunas anticovid que atenúan bastante los efectos del virus o directamente los anula impidiendo los daños de los pulmones y de otros órganos. Entonces, no utilizar e impulsar la no utilización de la vacuna anticovid -única herramienta científica para contrarrestar la pandemia y sus efectos- es operar para que no desaparezca ni sea controlado el coronavirus. Impulsar la no vacunación es operar para que este virus siga causando daños, muertes, sufrimiento, orfandades a muchísimas personas. Dicho sin circunloquio, los “antivacunas” tácitamente promueven casi todos los males, incluso la muerte (propia y ajena). Es fundamental la cooperación de todos para superar como humanidad esta pandemia. Los científicos han hecho lo que se anhela tener durante una pandemia: las vacunas. Las autoridades (pese a su conocida incompetencia y negligencia) ya han hecho lo que deben hacer: adquirir y distribuir las vacunas. Los ciudadanos tenemos el deber de cooperar para superar cuanto antes este mal. Ya sabemos cómo. Cooperemos entre todos.

Al Vino.

*Publicado en la Gaceta Guaireña el 18/01/2022

 


Ramón I. Cardozo: vela guaireña encendida y puesta debajo de la cama.

-Por Alvino Villalba


La historia es una ciencia, pero si no es tratada como tal se convierte en una potente y eficaz herramienta de manipulación debido a que puede invisibilizar talentos, aportes y descubrimientos de algunos; es capaz de presentar como héroe o villano a alguien sin haber reunido las condiciones para tal o cual; puede minimizar hechos, situaciones o a personajes relevantes para que pasen al olvido y viceversa: puede maximizar los hechos y a protagonistas irrelevantes. No en vano el escritor británico Eric Arthur Blairel (más conocido por su seudónimo George Orwell) ha afirmado que “la historia la escriben los vencedores”; pues, quien domina o tiene poder, impone a quién elogiar y a quién condenar, de acuerdo a sus intereses o pretensiones.

Muchos están de acuerdo en que no es fruto del azar sino intencional la poca visibilización o –incluso– la invisibilización del magnífico aporte pedagógico realizado por el villarriqueño Ramón Indalecio Cardozo. Es que el mismo ha puesto en duda la eficacia de la educación tradicional que se desarrollaba en nuestro país. Pero no se quedó ahí sino se ha convertido en el propulsor de una nueva corriente pedagógica denominada en su época como "Escuela Nueva" (desarrollada principalmente en algunos países de Europa para resguardar y consolidar los ideales de la Ilustración), denominada también “Escuela Activa”. La característica resaltante de esa nueva corriente pedagógica es su enfoque en la libertad, el valor, la dignidad y la autonomía del niño para que pudiera desarrollar sus habilidades intelectuales, técnicas, artísticas, deportivas, etcétera. Es decir, el nuevo paradigma pedagógico dejaba en desuso el método tradicional que se ocupaba más en la memorización, en la mera obediencia y que atribuye al docente una rígida autoridad para impartir (o emitir) “conocimiento” a la mente receptora del niño. Vale mencionar que Manuel Ortiz Guerrero ha sido uno de sus estudiantes educados con esta pedagogía. Tal vez no hubiera desarrollado su talento artístico si hubiera sido educado en la ciega obediencia o instruido para hacer simple y solamente lo que todo el mundo hace, lo que todos los niños “normales” hacen.

La propuesta pedagógica del guaireño es superadora y liberadora. Su preocupación y su ocupación se orientaban a que la población infanto-escolar no se quede en el aprendizaje memorístico ni en la obediencia ciega a las reglas o a las autoridades –representados por el/la profesor/a– ni a considerar que ser “iguales” a todos es la normalidad. Para Ramón Indalecio, ser lo que todo el mundo es o hacer lo que todo el mundo hace no convierte al niño en “normal”; por lo tanto, ser diferente o hacer en forma diferente las cosas no implica “anormalidad” o rareza. Por la misma razón resuena con tanta fuerza la síntesis de su valioso aporte: “Solamente con el amor se puede hacer el milagro de la educación”.

De hecho, la uniformidad (una sola forma) de la educación atrofia los diversos talentos, capacidades, cualidades y habilidades de los niños porque ellos no son uniformes sino pluriformes (tienen diversas formas de ser, de hacer o de expresarse). La uniformidad de la educación no favorece sino censura los diversos y deferentes talentos o cualidades de los niños que conviven en la sociedad que de por sí es pluriforme.

Pese a que ejerció la docencia durante 45 años en nuestro país, de los cuales 24 años lo hizo en Villarrica, se le recuerda tímidamente, casi “por obligación” y sus ideas, aportes, producciones intelectuales no han sido democratizados suficientemente sino son estudiados y desarrollados en su amplitud por un círculo muy reducido de personas. La luz de Ramón Indalecio Cardozo debería alcanzar a todos; es una vela que debería iluminar a todos, pero sigue siendo una vela guaireña que, tras ser encendida, es puesta debajo de la cama.

Al Vino.

*Publicado en la Gaceta Guaireña el 24/03/2022 en este enlace: https://gacetaguairena.com/ramon-i-cardozo-vela-guairena-encendida-y-puesta-debajo-de-la-cama/

¡QUE VUELVAN LOS SECUESTRADOS! Llamamiento al Fariseísmo del Siglo XXI

-Por Alvino Villalba





Pedir que vuelvan los secuestrados es solamente la verbalización de un deseo, como si estuviese enfrente nuestro un Hada Madrina ofreciéndose para cumplir lo que anhelamos. No es que los secuestrados van a enterarse de nuestro deseo y por eso van a decidir volver. Tampoco los secuestradores les liberarían solamente porque se han dado cuenta de que así lo desean los familiares o amigos. Entonces, ¿qué queda por hacer? La persona que responda correctamente esa pregunta merece todos los aguinaldos de quienes están leyendo esto.

En Paraguay, desde 1954 hasta 1989 han ocurrido 19.872 (diecinueve mil ochocientos setenta y dos) secuestros; en promedio, durante la tiranía de Stroesner, han ocurrido 567 secuestros por año. Del total de secuestrados, 18.772 (dieciocho mil setecientos setenta y dos) han experimentado tormentosas torturas durante su secuestro; 59 (cincuenta y nueve) han sido ejecutados (muchos de ellos frente a sus hijos, hermanos, padres y compañeros). De entre todos esos secuestrados, 439 personas hasta ahora no pudieron ser encontradas, liberadas o rescatadas. Estos secuestros han sido cometidos por policías, militares y caudillos colorados bajo la directriz del Gral. Alfredo Stroessner. De entre los secuestrados estaban intelectuales, dirigentes campesinos, estudiantiles, obreros, religiosos, artistas, y cualesquiera que luchaban por la democracia y por la paz. Los rostros de estos 439 seres humanos –cuyos nombres se citan en esa lista puesta como imagen de este artículo– no vemos en los medios masivos de comunicación ni les vemos en los carteles al costado de las rutas principales con la frase “¡Que vuelvan los secuestrados!”.


Es oportuno aclarar que esta lista está en permanente actualización, atendiendo que, luego de la publicación del informe de la Comisión de Verdad y Justicia, la Dirección de Memoria Histórica y Reparación ha recibido muchas otras denuncias por parte de familiares de los secuestrados, cuyos paraderos se desconocen hasta ahora. Además, en esta lista, algunas personas no han sido secuestradas en nuestro país sino en países vecinos, pero por mandato de Stroessner, ya que tenía aliados en la región que operaban dentro del mismo Plan Cóndor; así que, cualquier “marcado” por los secuestradores (comandados por Stroessner) era secuestrado, esté dentro o fuera del país. De esa manera, alrededor de cien personas fueron secuestradas y desaparecidas en Argentina, Brasil y Uruguay.

Estas cifras corresponden a algunas denuncias hechas y es el resultado de unas rigurosas investigaciones. No obstante, hay un ‘sub registro’ de violaciones de DDHH no denunciadas hasta hoy, desde torturas hasta muertes y desapariciones. Las violaciones sexuales sistemáticas a niñas (de entre 8 a 13 años), luego de haber sido secuestradas por la misma banda criminal son -por citar un ejemplo- una causa inconclusa, poco investigada e impune. Según las denuncias, 4 a 6 niñas por mes, durante 35 años (aproximadamente 1.680 a 2.520 criaturas) han sido secuestradas exclusivamente para que sean violadas sexualmente por el propio dictador Alfredo Stroessner y por varios jerarcas de su entorno. Hasta ahora no se investiga a fondo esta denuncia ni se ha realizado las investigaciones para que los criminales sean juzgados. Tampoco se sabrá a cuántos indígenas asesinaron, ya que en esa época estos no contaban con cédulas de identidad.

Si hay personas secuestradas, también hubo (hay) secuestradores. ¿Quiénes han sido los secuestradores durante ese periodo de nuestra historia reciente? Los secuestradores eran caudillos colorados, policías y militares quienes sostuvieron una sangrienta tiranía durante 35 años; de estos secuestradores, solamente algunos han sido juzgados mientras los demás no han sido sometidos a juicio y castigo. Muchos de ellos siguen usufructuando las riquezas acumuladas con esos crímenes atroces y son quienes más defienden el terrorismo instaurado por casi medio siglo y para el cual han utilizado todos los recursos del Estado paraguayo que estaba bajo su control. Entre los criminales de lesa humanidad (responsables de estos secuestros, torturas, asesinatos, violaciones, desapariciones, etc.), muy pocos han sido encarcelados luego de la tiranía. Por ejemplo, el comisario Pastor Coronel fue apresado, aunque no fue tratado jamás como él trató a sus secuestrados, a quienes la comunidad nacional e internacional denominó “presos políticos”. También el comisario Sapriza fue encarcelado unos pocos años, luego continuó su vida como si nada haya ocurrido.

¿Por qué la sociedad paraguaya no menciona con frecuencia a los 19.872 secuestrados? Como sociedad, ¿también verbalizamos el deseo de que vuelvan los 439 secuestrados que hasta ahora siguen desaparecidos? ¿Qué tipo de “voto de silencio” o “sigilo social” hemos hecho para fingir que acá no ha pasado nada? ¿Por qué esos terroristas no han sido sometidos a juicio y castigo? Si hablamos de Terrorismo de Estado, también hablamos de terroristas estatales. ¿Quiénes son los terroristas estatales?

En los inicios de la era cristiana, los seres más despreciables han sido los fariseos por fingir ser buenas personas sin ser así, por exigir a otras personas que se comportasen de cierta manera mientras ellos se comportaban como quisiesen sin que nadie pudiera reclamarle por eso; los fariseos eran famosos por denunciar algunas injusticias y por callarse ante otras más complejas; se indignaban por conductas ajenas que ellos mismos calificaban de “inmorales” al mismo tiempo que ellos hacían lo mismo en un grado mucho más intenso. Esa misma indignación selectiva es la hipocresía que se observa todavía en nuestra sociedad cuando se repudia algunos hechos y se callan ante otras atrocidades incluso más grandes, cuando pide pena capital para delincuentes de poca monta mientas se comporta con pasividad y conformismo ante saqueos de dinero público que debía ser destinado a solventar las necesidades vitales de la población, entre otros comportamientos que indican lo que real y verdaderamente somos. Por eso, revisar nuestras indignaciones y pregones nos ayudará a saber si formamos parte de ese despreciable grupo del Fariseísmo del Siglo XXI o si estamos del lado de quienes quieren y trabajan para construir otro modelo de sociedad. ¿Cómo construimos otro tipo de sociedad? ¿Qué características debe tener esa sociedad para que supere cualitativamente a la que tenemos? ¿Por qué seguimos con la misma actitud si queremos que cambien las cosas? Como sociedad deberíamos ir respondiendo preguntas de esta índole para reflexionar y conocer más acerca de nuestra realidad; pues, quien no conoce la historia, seguirá viviendo de cuentos fantasiosos. Y quien vive de fantasía, fácilmente podrá ser engañado y manipulado. 

Al Vino


* Publicado en Gaceta Guaireña el 15/12/2021

CALOR APOCALÍPTICO ES FENÓMENO ARTIFICIAL

-Por Alvino Villalba


La superficie del territorio paraguayo es de 406.752 km² que equivale a 40.675.200 hectáreas, de las cuales 27 millones de hectáreas corresponden al área boscosa (donde hay árboles, ríos, arroyos y animales silvestres). De toda esa área boscosa, en la actualidad solamente nos quedan 12 millones de hectáreas. Más de la mitad de nuestros bosques hemos perdido o –más bien- se ha destruido. Para tener como referencia, nada más, entre los años 2001 y 2019, fueron destruidas 6.033.095 hectáreas de nuestro bosque. Ahora bien, lo que tendría que quedarnos bien claro es que esta destrucción no ha sido por fenómenos naturales, sino por fenómenos artificiales.

La destrucción de 15 millones de hectáreas (de 27 millones de hectáreas) de bosques paraguayos no ha sido natural sino provocada por pocas personas, entre las cuales se encuentran los ganaderos, narcotraficantes y sojeros; pues, son ellos los que realizan las masivas deforestaciones destruyendo así los montes para que se puedan realizar las plantaciones de marihuana, la soja y también con la finalidad generar las condiciones adecuadas para la pastura de las vacas. Es decir, el lucro, la acumulación y la ganancia de dinero de unos pocos generan los perjuicios y daños que padecemos la gran mayoría. ¿Acaso no hay alguna ley que pudiera impedir eso y castigar a los que siguen destruyendo nuestros bosques, arroyos y tierra? Aunque parezca poco creíble, todo este ecocidio ocurre, pese a la existencia de la Ley 2524/2004, conocida como de “Ley de Deforestación Cero”, creada supuestamente- para “propiciar la protección, recuperación y el mejoramiento del bosque… contribuyendo al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes del país”. Así afirma esta ley en su primer artículo. A pesar de eso, el Estado paraguayo es débil e ineficiente para aplicar esta ley y proteger los intereses y bienes de todos los paraguayos; muy por el contrario, son esos narcotraficantes, ganaderos y sojeros los que imponen su ley al Estado y no al revés (como debería ser en una república).

“Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde” afirma la sabiduría popular y colectiva. Es eso mismo lo que nos pasa en este momento. Luego de perder todos esos bosques, sabemos la importancia que ha tenido o que tiene. Pero, ¿por qué es tan importante la existencia y la conservación de los bosques? Esa pregunta se responde con estos datos: una hectárea de bosque genera entre 10 y 20 toneladas de oxígeno al año; los bosques regulan el ciclo del agua (para que no haya sequías ni inundaciones); producen oxígeno luego de administrar el dióxido de carbono por lo que purifica el aire contaminado; conservan muchas especies animales garantizando así la biodiversidad; los bosques regulan el clima para que las temperaturas no sean ni muy altas ni muy bajas. Es sabido que la masiva deforestación genera una diferencia en el clima de entre 5 a 6 grados. Las altas temperaturas experimentadas en Paraguay claramente evidencian eso; por ejemplo (solamente en la región oriental) en el año 1990, la temperatura máxima en enero ha sido de 36°C; en el año 2000, 38°C; en el 2010, 41°C.; en el año 2021, 43°C y la tendencia es que siga en aumento. De esa manera, nuestro clima cálido cada vez se aproxima más al de algunos países considerados “los más cálidos del mundo”; pues, en la India, las altas temperaturas van alrededor de 47°C; en Vietnam, 45ºC; en Israel, 44ºC; en Catar, 47ºC; en Irán, 45ºC; en Etiopía, 48ºC. ¿Paraguay va rumbo a ser uno de los países más cálidos del mundo?

Como hemos notado, la destrucción de nuestros bosques y el medio ambiente en general no es natural sino artificial (es provocada por algunas personas); por eso mismo, es un error atribuir a toda la humanidad la responsabilidad de esta catastrófica situación. De hecho, todo el daño al medio ambiente no es «responsabilidad de la humanidad» sino de una minoría que se apropia de los recursos naturales, los comercializa y convierte esas áreas boscosas en terrenos para las plantaciones señaladas arriba. Una vez más, resalta a la vista que el lucro de una minoría trae consecuencias apocalípticas que padecemos la gran mayoría.

Una de las consecuencias que la gran mayoría estamos experimentando (padeciendo) es este calor extremo que supera récord de temperaturas altas. Es un calor artificial; no es un fenómeno natural sino es el efecto de las acciones humanas. Nunca antes el calor ha sido tan extremo como ahora y se estima que este es el verano menos caliente de los siguientes años. Dicho con otras palabras, las altas temperaturas de los próximos años no serían como ahora sino iría en ascenso.

Los insoportables daños (que provoca el calor extremo) no han sido impuestos por la naturaleza sino por algunas personas. Entonces, todos los demás efectos del calor, tampoco son naturales sino provocados (no de manera inmediata sino mediatamente); entre estos efectos podemos mencionar el aumento de adultos mayores que están muriendo en sus hogares, la sequía, los incendios, la pérdida de las plantaciones y cultivos con su inherente perjuicio a la economía, la deshidratación, las descompensaciones, problemas cardiacos, renales y dermatológicos, entre otros.

En Paraguay, el Apocalipsis no es natural ni sobrenatural sino artificial. Todo este fenómeno apocalíptico y artificial se pudo haber evitado, pero la ineficiencia e incapacidad del Estado ha propiciado esta situación. A partir de aquí, ¿qué podemos hacer como sociedad civil para revertir esto? ¿Cómo y con quiénes se podría hacer un Estado que efectivamente defienda los intereses patrios? ¿Qué futuro nos espera a nosotros, a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos? Los bosques se caracterizan por dar salud, bienestar y vida. Su destrucción trae consigo enfermedades, malestares y muertes. ¿Es justo que por el lucro y la ganancia de los ecocidas tengamos que padecer situaciones tan catastróficas? Lo que queda claro es que, si no protegemos la naturaleza, la naturaleza ya no nos protegerá.

Al Vino.

* Publicado en Gaceta Guaireña el 03/02/2022 en este enlace: https://gacetaguairena.com/calor-apocaliptico-es-fenomeno-artificial/

LOS DESAFÍOS DE UNA CAPITAL CULTURAL

- Por Alvino Villalba

La fantasía forma parte de la realidad y ésta –muchas veces– supera la ficción. Ser realista sin soñar y sin fantasear roza con el pesimismo; por lo tanto, deberíamos permitirnos soñar más sin quedarnos dormidos sino trabajando para materializar nuestros sueños y anhelos, aunque por eso te “acusen” de soñador o de loco. Al fin y al cabo, por salud mental es ‘permitido’ enloquecer de vez en cuando. Soñar individual y colectivamente que podemos ser y estar mejor es el histórico elemento dinamizador de la anulación y superación de situaciones deshumanizantes que dañan a las personas y a la naturaleza.

En ese sentido, soñar que Villarrica puede fortalecer su condición de ciudad culta y/o de capital cultural del Paraguay no pasa por un optimismo vanidoso ni pretende alimentar algún chovinismo local ante otras ciudades, sino es lo que nos merecemos y es el punto de convergencia de los anhelos de una sólida mayoría vilarriqueña. Materializar un sueño conlleva un arduo trabajo; pues, los sueños no se cumplen mágicamente, para ello se trabaja hasta que se convierta en una hermosa y satisfactoria realidad.

Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de cultura? Básicamente, cultura es el modo de ser, de estar, de vivir y de convivir de un pueblo; dicho de manera distinta, cultura es todo aquello que hemos sembrado o cultivado como sociedad en la cual todo aquello (que hemos cultivado) es reconocido, valorado y promocionado por cada uno de los miembros que la componen. Se emplea el término “cultivo” para remitirnos a lo que hemos hecho, lo que estamos haciendo y lo que seguiremos haciendo para nosotros y para las indeterminadas generaciones que vendrán. Y en ese movimiento, que conjuga conservar e innovar, por lo general, se descubren o inventan formas más sofisticadas y más satisfactorias, las cuales se incorporan dejando algunos elementos y manteniendo otros; esta es la manera en la que se acerca al perfeccionamiento. Es decir, la cultura es dinámica; no es estática, no se estanca en el tiempo ni se aferra a una sola forma. En ese sentido, el filósofo y militar Francisco Romero (español nacionalizado argentino) sostiene que el ser humano es producto de la cultura y -al mismo tiempo- es productor de cultura. Parafraseando a este autor, podríamos decir que la cultura es una creación humana que se recrea sin dejar de ser lo que es.

Por otro lado, aunque suene paradójico, el movimiento cultural denominado ‘Renacimiento’, que logró la transición de la Edad Media a la Edad Moderna, redujo el concepto de la cultura de “bien colectivo” (tangible e intangible) a un “bien individual” al colocar la idea del “hombre cultivado” con lo cual el instaló la categoría “persona de cultura” para referirse exclusivamente a quien ha accedido a estudios académicos. También para la Real Academia Española (institución cultural española), cultura es el “conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”, y es el “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etcétera”.

Volvamos a la palabra “cultivo”. En este contexto, se refiere –principalmente– a las costumbres, los valores, las virtudes, las hazañas o logros académicos, éticos, militares, artísticos, políticos, tecnológicos, religiosos y deportivos realizados o empezados por nuestros ascendientes. Cultura es cultivo y siembra. Es una metáfora del ámbito agrícola que nos remite a las acciones que realizamos para no carecer de algo que valoramos y consideramos necesario para subsistir como pueblo. Por eso, la corrupción, el clientelismo, la mediocridad, el robo, el exclusivismo, el nepotismo, la impunidad, el planillerismo, el autoritarismo, la falta de transparencia, la prepotencia, entre otros vicios instalados por nefastos administradores de nuestros bienes (desde la municipalidad, la gobernación y/o desde la misma presidencia) son los que ponen en riesgo nuestra cultura y -consecuentemente- nuestra misma identidad como capital cultural del país. Por lo tanto, administraciones que se denominen “diferentes” tienen la obligación moral, social y política de ser efectivamente diferentes haciendo de forma diferente las cosas, no solo con resoluciones circunstanciales sino trabajando con un plan a corto, mediano y largo plazo con enfoque integral.

¿Cómo nos cultivamos en la actualidad? ¿Cómo hacer para fomentar lecturas, sentido crítico E involucramiento de la población desde temprana edad? ¿Qué hacer con quienes operaron para despojarnos de nuestro cultivo incorporando prácticas contrarias a una ciudad culta? Los Departamentos o Secretarías de cultura (que no comulgan con la mediocridad) tienen un alto desafío, pero, ¿los pobladores podrían pasar de espectadores a protagonistas? Quizás los hechos que no condicen con nuestro modo de ser, de estar, de vivir y de convivir, como esos vicios citados más arriba, pasen también por el insuficiente interés que se viene poniendo en algo demasiado valioso e importante como la cultura. La esperanza, no de todos sino de muchos, es que ahora hay una nueva administración que tiene el gran desafío de ser diferente.

Al Vino


* Publicado en Gaceta Guaireña el 11/01/2021

CORAZÓN VS. RAZÓN (La histórica disputa entre cardiocentrismo y raciocentrismo).

- Por Alvino Villalba

“No sé por qué, pero ¡qué mal me cae esa persona!”, me dijo una amiga luego de haberle presentado un colega mío que vino de Uruguay para participar de un Conversatorio sobre Filosofía Latinoamericana; es decir, mi amiga no le conoce, nunca antes le vio ni compartió con él. Básicamente, no le conoce. Pero le odia (o casi le odia) sin siquiera conocerle; no le hizo daño ni le ha hecho algún mal a algún conocido o amigo/a de ella. No hay razón alguna para que ella experimente cierta animadversión contra mi colega. Sin embargo, lo que le ocurrió a mi amiga no es algo raro, ni fuera de otro mundo. Es que a veces alguien nos cae bien o nos cae mal sin que esa persona nos haya hecho o dicho algo (bueno o malo). ¿Alguna vez has experimentado eso con alguien a quien acabas de conocer? Lo más probable es que sí. Y no es porque seas raro o rara; es que los seres humanos somos así, hacemos, decimos, nos imaginamos o sentimos cosas que para la razón son absurdas o ilógicas. Lo que pasa es que tenemos dos motores fundamentales dentro de nosotros: la razón (cabeza) y los sentimientos (corazón). La mala noticia es que esos dos motores –que cohabitan dentro de nuestro ser- no se llevan bien, trabajan en forma descoordinada y –consecuentemente- se aponen. Difícilmente se ponen de acuerdo entre ellos. El ser humano tiene que hacer un esfuerzo muy grande para que no haya un desequilibrio muy notorio entre lo que piensa (razón) y siente (corazón).

La razón –como ya hemos escuchado varias veces- es el elemento que nos diferencia de todos los demás animales. De entre todos los animales, el ser humano es un animal racional. A diferencia de un lobo, una vaca o un tiburón, etc., nosotros tenemos la razón. Podemos razonar. Somos seres racionales, aunque sin dejar de ser animales. Entonces, es “normal” que nuestros comportamientos a veces sean racionales, lógicos, ordenados, y, otras veces, sean irracionales, ilógicos, absurdos y desordenados.

El corazón (no en el sentido biológico sino en el sentido metafórico) solamente siente; el corazón no razona, ni produce pensamientos lógicos. Su trabajo es solamente sentir. Y solamente dos cosas siente: odio y amor. La cabeza, en cambio, tiene tareas más complejas: el razonamiento, el pensamiento, la lógica, el orden, la armonía, la argumentación, etc. Entonces, es un tanto absurdo exigir al corazón que sea razonable.

En términos más cotidianos, esta disputa y desacuerdo entre la razón y el corazón se suelen notar, por ejemplo, cuando una hermosa mujer se enamora o se casa con un hombre que no ha nacido favorecido por la naturaleza para las poses pictográficas; dicho de otra manera, cuando una mujer bonita se enamora de un hombre feo. Muchos de sus familiares y amigos no pueden entender cómo ocurre eso e instan a la mujer a que piense, que razone y recapacite. Es ahí donde se constata que esa mujer ha sido guiada por un solo motor, que es el corazón; por otro lado, los familiares y amigos se han guiado solamente por un solo motor: que es la razón. Racionalmente no se puede entender cómo es que alguien tan hermosa termine enamorándose de alguien feo. Y es que ese es el trabajo del corazón: sentir (odio o amor).

Pero si uno es solamente racional cuestionaría posiblemente todas las cosas que hacemos y que son motivadas por el corazón, tales como saludarnos, pasarnos las manos, enamorarnos, tener amistades, visitarnos, escuchar músicas, irnos a la cancha o sentirnos bien cuando gana el equipo deportivo de nuestra preferencia, etc. Todas esas acciones no son racionales, pero el hecho de que seamos seres racionales, no implica que se deban suprimir nuestras emociones o sentimientos.

Hay comportamientos desprovistos de razonamiento que practicamos ordinariamente. Algunos son aceptados (amar, compartir con amigos, alentar a un club deportivo, irse a fiestas, practicar caridad o amor al prójimo, etc.); también hay otros que no son aceptados (odiar, ser rencoroso, lastimar a quienes nos caen mal, maltratar, fanatizarse, etc.). Podríamos decir, que el corazón y la razón son dos bueyes que estiran la carreta de nuestra vida. Si un buey es muy fuerte o muy débil o si avanza con más rapidez o lentitud en comparación con el otro buey, la carreta de la vida no podrá avanzar, encontrará tropiezos, podrá tumbarse, lastimarse a sí misma o a los demás. Es necesario que ambos caminen al mismo ritmo. Eso dependerá también de quien esté manejando (o conduciendo) esa carreta.

Si solamente hacemos caso a los dictámenes de nuestro corazón sin atender los dictámenes de la razón, entonces ocurre el “cardiocentrismo” (el centro es el cardio o el corazón). Pero, por otro lado, si solamente hacemos caso a los dictámenes de nuestra razón, sin atender los dictámenes del corazón, entonces ocurre el “raciocentrismo” (el centro es la ratio o racio o la razón). Entonces, hay personas y/o prácticas cardiocéntricas y hay personas y/o prácticas raciocéntricas. Por eso, lo ideal es que haya equilibrio o equidad entre la razón y el corazón.

Esta disputa entre la razón y el corazón ya ha sido estudiada por distintos filósofos a lo largo de estos 2.500 (dos mil quinientos) años de existencia de la filosofía. Y el filósofo francés llamado Blas Pascal (1623 – 1662) es el único que no se ha complicado mucho para comprender este fenómeno, por lo que concluye sosteniendo que “el corazón tiene razones que la razón no comprende”.

Al Vino.


* Publicado en Gaceta Guaireña el 23/11/2021 

EL INDIVIDUALISMO: cáncer que carcome a la humanidad.


Muchos conceptos se han ido instalando en la mente de las personas convirtiéndose, a lo largo del tiempo, como “verdades” incuestionables, fijas o asumidas como si fuesen naturales, inamovibles e insuperables, hasta que ‘aparece’ quien las cuestione, las ponga en duda, las ridiculice y –a la par- proponga lo contrario, demostrando cuán equivocados hemos estado por mucho tiempo. Entre esas verdades, la más conocida es la que admitía que el sol y los demás astros giran alrededor de la tierra (geocentrismo), hasta que apareció un griego llamado Aristarco de Samos (310 a. C. – 230 a. C.) a cuestionar esa teoría arguyendo que el sol es el centro y que todos los demás astros giran alrededor del mismo (heliocentrismo). Aunque con eso él no haya podido superar la hegemónica idea geocéntrica, un astrónomo prusiano llamado Nicolás Copérnico (1473 – 1543) retomó su propuesta poniendo nuevamente en duda al geocentrismo y demostró que, efectivamente, es la tierra (con otros astros) la que gira alrededor del sol y no éste alrededor de aquélla, como se creía durante siglos. Esto fue comprobado por el filósofo y astrónomo Galileo Galilei (1564 – 1642) quien con su telescopio observó el movimiento de los astros (estrellas, planetas, satélites, cometas y asteroides) y comprobó la veracidad de lo que han sostenido Copérnico y Aristarco.

 

Hasta acá, cabe señalar unos datos (solamente para que no pasen desapercibidos): la teoría de Copérnico se publicó luego de su muerte. Galileo Galilei fue condenado por la Iglesia Católica por cuestionar el geocentrismo, teoría a la que se adscribía dicha institución religiosa. Los libros de ambos científicos fueron incluidos en la “lista negra” de Libros Prohibidos (Index Librorum Prohibitorum), porque supuestamente ponían en peligro las creencias de la gente y con sus teorías pervertían a las personas.

 

Así como en el pasado, en la actualidad existen varios conceptos que se asumen como verdades y ya no se cuestionan más, pese a que con la observación se puede constatar lo frágil que es su aparente irrefutabilidad. Pero ante la incapacidad de producir pensamiento crítico y –por lo tanto- autónomo, muchos repiten discursos elaborados por otros reproduciendo ideas ajenas como si fuesen propias. Entre esas ideas es frecuente escuchar que “progresa quien se esfuerza”, pero si observamos nuestra sociedad comprobamos que quienes progresan son los que no se esfuerzan sino los que se adueñan de esfuerzos ajenos (politiqueros, patronales explotadores, policías, militares, jueces, fiscales saqueadores y corruptos), mientras muchísimas personas -que sí se esfuerzan genuinamente a diario durante toda su vida para ganarse honradamente el pan de cada día- no progresan sino carecen hasta de los más básicos como alimentación, vivienda, educación, recreación, salud, entre otros. Se subentiende, se entiende y se sobrentiende que no todos los citados son corruptos o saqueadores, pero gran parte de ellos sí.

 

Si es así (y es así), ¿cómo es que una idea como esa se sigue asumiendo como verdad? ¿Por qué todavía no la cuestionamos y superamos? ¿A quién beneficia que se instalen en la subjetividad personal y colectiva ideas como ésta? ¿Cuál es el interés no declarable ahí? Seguramente hay más preguntas; empero, responder algunas de ellas ya nos ayudará a ver por dónde micciona la gallina.

 

Una de las cosas que subyacen a ideas como la mencionada (progresa quien se esfuerza) es la promoción del individualismo y del exclusivismo (que excluye a los demás); pues, detrás del propósito de progresar, también subyace la intención de ser o tener más cosas que los demás, generalmente. Entonces, cuanto más se promociona el individualismo, más se compite con otros, porque tiene que florecer la individualidad y no la colectividad; es decir, el competir se sobrepone al compartir y le suprime. El individualismo produce, casi siempre, un trastorno de la personalidad llamado “narcisismo”, lo cual es muy visible en niños, adolescentes y jóvenes de esta generación quienes no comparten con los demás sino su interactuación está marcada por la competencia y por la promoción de sí mismos. Todo esto infla su ego haciendo que una persona se enamore de sí misma o, más bien, se enamore de la imagen que se ha creado sobre sí misma en las redes o en su entorno donde aparenta lo que no es para que pueda ser querida, aceptada o admirada.

 

No es que sea reprochable esforzarse; el esfuerzo es un valor. Lo que sí es reprochable la pretensión de instalar la idea de que quienes se esfuerzan progresan y que quienes progresan (económica y materialmente) son los que se han esforzado más que vos o más que tus amigos, familiares y conocidos que -a pesar del genuino esfuerzo- siguen sin progresar o –incluso- experimentando necesidades básicas insatisfechas y sintiendo vergüenza o remordimiento al pensar que su condición de empobrecido se deba a su culpa “por no haberse esforzado lo suficiente”. Una sociedad que supere el individualismo y recupere el valor de compartir ante el competir, es una sociedad que podrá recuperar su humanidad.

 

Al Vino

* Publicado en Gaceta Guaireña el 02/12/2021 en este enlace: https://n9.cl/nksgo

jueves, 12 de mayo de 2022

LOS ROSTROS DE SAQUEADORES, MAFIOSOS Y CORRUPTOS

 

Tener una imagen distorsionada de los seres perversos dificulta identificar a quienes viven generando daños.












-Por Alvino Villalba

Cuando la gente se imagina cómo sería el rostro del Diablo, la imagen que se crea en la mente es la de un ser parecido a un humano, pero con piel roja, cola con punta de lanza, cuernos, colmillos, orejas puntiagudas y patas de cabra o un ente serpentino o dragontino. Grandes artistas han contribuido para fortalecer esas imágenes, tales como Francisco de Goya con su obra “El Aquelarre”, Jean-Jacques Feuchère con su escultura “Satanás”, Rafael Sanzio con su obra “San Miguel”, entre otros. Según algunos teólogos, este es uno de los motivos por el que cuesta reconocer al Diablo porque no se le identifica por los hechos sino por la apariencia, como si fuera que el “padre de la mentira y el engaño” se va a presentar con esas apariencias monstruosas si quiere conquistar a una persona.

Algo similar ocurre cuando hablamos de los saqueadores, mafiosos, corruptos, torturadores, asesinos, evasores de impuestos, entre otros criminales que generan daños gigantescos a la sociedad (a vos, a mí, a nuestros familiares y amigos que tienen nombre, apellido, historia, proyectos, anhelos y sueños). Tendemos a caer en la tentación de pensar que los criminales tienen apariencias diabólicas o monstruosas por lo que nos cuesta comprender y aceptar que los mismos son quienes nos dan palmaditas en la espalda durante sus recorridos por los barrios, así como muchos de los que nos reciben sonrientes en las Municipalidades, Gobernaciones, Senado, Ministerios u otras oficinas públicas, cuando nos acercamos a ellos para presentar algún planteamiento. Fácilmente se considera "buenas personas" a cualesquiera criminales solo porque se presentan con amplias sonrisas y con trato amable. ¿Por qué ocurre esto? Esta confusión ocurre porque nuestro concepto acerca de quienes podrían provocarnos daños está más bien relacionado con lo estético (lindo o feo) y no con lo ético (bueno o malo).

Seguimos pensando que quienes roban las comidas de los niños de las escuelas rurales (donde estudian los hijos de la gente humilde, laboriosa y honrada) por valor de Gs.16.150.000.000 van a ser personas que se cubren uno de sus ojos con un parche y que llevan puestas ropas harapientas con capa y sombrero con la imagen de una calavera; empero, quien saquea la comida de los niños es un hombre bien vestido, carialegre, bien perfumado y ocupa un asiento privilegiado en la Cámara de Senadores con una tablita bien pintada y decorada sobre su mesa que reza “Rodolfo M. Friedmann”, incluso, sin importar que el propio Ministerio Público haya declarado públicamente contar con elementos suficientes para demostrar que el mismo es un criminal que debe ser encarcelado por lavado de dinero, administración en provecho propio, asociación criminal y cohecho pasivo.

Erróneamente tendemos a imaginar que un despilfarrador de dinero del pueblo por valor de aproximadamente Gs. 18.500.000.000 (recurso que debía ser destinado a la reactivación económica y la ayuda social para paliar las necesidades del pueblo durante la pandemia) pudiera tener las mismas fantasiosas características estéticas de un pirata o de un maleante como el de las películas de Hollywood y no alguien que se presenta como risueño, sociable y “comprometido a trabajar solamente para el pueblo” posando para las redes sociales en una oficina en cuyo escritorio reposa una placa con la descripción “Dr. Juan Carlos Vera Báez Gobernador del Guairá” (cargo del cual fue destituido por corrupción). La lista es larga; los ejemplos sobran (lamentablemente); no obstante, para muestra bastan estos dos botones.

Tener una imagen distorsionada de los seres perversos, tanto ficticios (Diablo, Satanás, Lucifer, etc.) como reales (saqueadores, despilfarradores de dinero público, abusadores, corruptos, estafadores, mafiosos, asesinos, torturadores, etc.) dificulta identificar a quienes viven generando daños y también facilita a los mismos su impunidad social, mediática y judicial, ya que la carencia de una profundidad en el análisis y de una coherencia ética –envuelta en coraje y dignidad– posibilitan el aplauso, el cariño o el miedo y la resignación ante quienes generan tremendos daños (difícilmente reparables) a la sociedad.

Al Vino

 

EL ROSTRO DE SATANÁS. Aportes para reflexionar sobre el mal, el malo y lo malo.

-Por Alvino Villalba Cuando la gente se imagina cómo sería el rostro del Diablo, la imagen que se crea en la mente es la de un ser parecido ...